En tan sólo un par de años,
quienes estamos interesados por el mundo de la educación y procuramos mantenernos al día en lo que a novedades, itinerarios,
actualizaciones, etc. respecta, hemos
podido comprobar una efervescencia extraordinaria en lo que se está denominando
“innovación educativa”.
Bajo el paraguas de este
concepto se abrigan las pedagogías emergentes como pueden ser el trabajo
cooperativo, la flipped classroom, el modelo de inteligencias múltiples, el
aprendizaje por proyectos y otras muchas formas nuevas de trabajar la
enseñanza.
Todas ellas tienen en común
la recuperación de los elementos didácticos de la educación no-formal y su
implementación como originalidad a lo formal. Quienes estamos acostumbrados a
trabajar de modo lúdico y disruptivo en educación en la calle, campamentos,
colectivos de exclusión social, etc. no llegamos a reconocer mucha más novedad
que la de aplicar estas metodologías de siempre en un contexto donde hasta el
momento prevalecía la uniformidad, la linealidad, la mesura y la prosopopeya.
No nos engañemos, la herramienta no es nueva, lo nuevo es el ámbito de
aplicación.
Observo con sorpresa que no
hay colegio que de una u otra forma no se haya subido al carro de la
innovación. Como es lógico, en mi círculo de amistades predominan los educadores
de distintos ámbitos, y entre lo que ellos me cuentan y lo que yo veo por los
colegios que visito, me atrevo a afirmar que en este año no he oído hablar de
ningún colegio que no haya hecho algún intento de innovación aunque sea de modo
humilde y experimental. Se suma a esta
percepción la realidad de que en el último año sólo me solicitan cursos de
formación sobre alguna de estas pedagogías emergentes.
Sin embargo, contrasta esta
evidencia con la cruda realidad de la, a mi juicio, negligente gestión,
exhibida por muchos equipos directivos en sus políticas de contratación (tema ya tratado en otra entrada). En tan sólo una semana he sabido de primera mano
(directamente amigos a los que les ha ocurrido) de 5 colegios en los que han
prescindido (no renovado el contrato) de
alrededor del 35% del total del claustro, bajo el único criterio de no realizar
contratos fijos en previsión de ahorro en caso de despido por mal funcionamiento o por cierre
de líneas ante la falta de alumnos. Todos estos centros tienen no obstante, un elogiado
discurso de ovación y ditirambo a los procesos de innovación educativa
Pareciera que algunos
gestores estuvieran convencidos de que la excelencia que están alcanzando
algunos centros ejemplares en estas disciplinas, se consigue enviando a
miembros del claustro a un curso, congreso o taller con los protagonistas de
este movimiento renovador, conminándoles
a enseñar lo aprendido a sus camaradas de claustro y esperando
resultados en los alumnos en tan solo un trimestre, ignorando que uno de los
elementos clave del éxito de estos centros es que llevan 20 años embarcados en
estas dinámicas.
El error se agrava al no
considerar que son precisamente estos docentes “itinerantes” de colegio en
colegio, o incluso los que llevan tiempo parados o buscando su primera
oportunidad profesional, quienes están mejor formados en estas disciplinas
innovadoras, ya que la realidad laboral les ha obligado a acumular formación en
sus curriculums que no poseen los
directores que los contratan y mucho menos los profesores veteranos del
claustro que permanecerán inmóviles al cambio amparados en su “intocabilidad”.
Es probable que se esté
prescindiendo demasiado alegremente de quienes pueden ser un elemento
fundamental a medio-largo plazo en una verdadera innovación educativa, que dé
como fruto alumnos preparados para el día de mañana, mientras se acicalan las
webs de los colegios con grandes anuncios de prácticas innovadoras y vIdeos de
actividades lúdicas de aprendizaje que aún siendo intentos reales y sinceros
por parte del profesorado, carecen de un marco eficiente que ampare una
verdadera innovación.
El refrán popular dice que
“no basta con ser bueno, también hay que parecerlo”, pero en este terreno de la
educación parece que se le tenga que dar la vuelta al adagio. No basta parecer
innovador, hay que serlo. Porque de otro modo nos convertimos en un fraude para
las familias que reclaman una mejor educación para sus hijos. No digo que no
sea real ni valorable lo que muchos centros de modo humilde ya están
intentando, lo que cuestiono es el exceso de propaganda sobre una realidad que
está comenzando pero que todavía no ha llegado a ser. Los viajes de Marco Polo a
China también fueron reales, pero su relato en “El libro de las maravillas”
eran tan exagerados, fantasiosos y adornados, que dieron origen a la expresión
“cuento chino”. Esperemos que no ocurra lo mismo con este emerger de la innovación y en un plazo
no demasiado largo podamos hablar de una realidad de excelencia metodológica
implantada en nuestro sistema educativo.
Interesante artículo y comparto la idea general que refleja, pero disiento en que la calidad educativa sólo la puedan ofrecer los nuevos o futuros maestros, más preparados tecnológicamente eso sí, porque esa calidad en la docencia depende más de la vocación y el amor a tu profesión, que son los motores que llevan a cualquier profesional a dar todo de él mismo, a "ir más allá" del proyecto en sí mismo, aplicar nuevas metodologías lleva dedicación y tiempo extra, además de otros “ingredientes”.
ResponderEliminarDeduzco por tus comentarios que hablas de centros privados o concertados, en los públicos la movilidad en el profesorado es por otros motivos, y la innovación educativa se lleva practicando desde siempre (aunque se difunda escasamente), quizás porque contamos con la libertad de cátedra, que sumada a la verdadera vocación, el resultado es una docencia innovadora y de calidad, claro que ello conlleva la necesidad (entre otras), de un E. Directivo que motive, anime, impulse,..hacia el nuevo Paradigma Educativo, que por supuesto no es sólo una experiencia aislada con tus aprendices, es una filosofía de vida y de concepción del mundo.
Y sí, a mí también me preocupa según veo, que todo sean apariencias y quede en un “Cuento chino”, desde luego, el camino que llevamos y las condiciones en las que trabajamos últimamente, llevan a ello.
Saludos desde http://inclusionenelauladiaria.blogspot.com.es/
Gracias por el comentario Alicia. Estoy de acuerdo contigo en todo lo que dices. Permíteme puntualizar que no he pretendido insinuar que la innovación solamente esté en manos de los nuevos profesores, ni muchísimo menos, sino que es frecuente que quienes llegan nuevos estén mejor preparados que quienes les contratan (aunque sólo sea por ley de vida, sangre joven) y sin embargo son desestimados por criterios económicos mientras se mantiene el discurso innovador.
EliminarSobre lo que dices de la educación pública, me consta el trabajo y el esfuerzo loable de cantidad de profesores. Y una vez más aunque de otra manera, hay mucha tela que cortar sobre los equipos directivos.
A mi juicio el cambio en el sistema (porque en muchos centros estimo que ya es una realidad) vendrá en la medida que compartiendo las buenas prácticas de unos y otros se normalice esta forma de trabajar.
Un abrazo.