A tenor de la matriculación para
el próximo curso de mis dos hijos
mellizos, después de haber asumido yo personalmente durante sus tres primeros
años la totalidad de su atención, en casa hemos tenido mucho debate sobre las
características del centro educativo que queríamos ofrecerles, dentro de las
posibilidades que nuestra ubicación geográfica nos permitía.
Supongo que todos los padres, más
allá de lo familiarizados o no que
estemos con el mundo de la educación, establecemos una serie de ítems,
características o requisitos que el centro ideal debe tener como criterio de
calidad. Una de las características que uno de esos días tuvimos como centro de
la conversación era la de colegios con equipos directivos inspiradores o no.
Voy a explicar con un ejemplo lo que es para mi un colegio inspirador.
Hace unos años con motivo de unas
prácticas de psicología que tenía que hacer, estuve durante un mes colaborando
en un colegio de bastante prestigio social de la ciudad en la que en aquel
momento vivía. Como es obvio, la universidad se puso en contacto con el centro
y luego yo personalmente con el director. Tres días antes de iniciar las
prácticas, llamé de nuevo para recordarles que el jueves de esa semana
comenzaba.
La mañana de inicio, al llegar,
pregunté por el director (que era quien había quedado en recibirme) en la
portería. Nadie sabía dónde estaba. Veinte minutos más tarde apareció por un
pasillo y me dijeron: “ese es”. Me acerqué, me presenté y me dijo: “ah! ¿Era
hoy que venías?”. Visiblemente desubicado comenzó a preguntar por diferentes
profesores a ver si alguno estaba libre
para llevarme al departamento donde tenía que incorporarme, que era el
de orientación. Finalmente enganchó a uno que iba a desayunar a la cafetería,
el cual me acompañó amablemente al despacho de la orientadora mientras
intentaba darme conversación, sin gran acierto por su desinformación. Al llegar
al despacho de la orientadora, ésta puso cara de asombro pues no sabía nada de
mi, lo cual era lógico pues se trataba de la orientadora de primaria y yo tenía
que trabajar con la de secundaria, que estaba en otro edificio. El director no
especificó al dar las instrucciones al profesor, que al ser de primaria, dio
por supuesto a dónde llevarme.
Cualquiera que trabaje en un
colegio sabe que esto que cuento no refleja necesariamente un desastre
organizativo. Que hay muchas posibilidades de que sea uno de esos días de locos
en un cole, en el que pillas a todo el mundo con el pie
cambiado y te da una imagen de desorden y caos que no corresponde a la
realidad. De hecho no fueron así de caóticos todos los días del mes que allí
permanecí, aunque sí más de uno.
En contraste con esta
experiencia, al año siguiente me solicitaron un taller sobre Inteligencia Emocional
en otro colegio de otra ciudad. Se trataba de 3 horas diarias durante 4 días
con alumnos de 3º y 4º de ESO. La gestión para la organización la realizó
directamente la orientadora conmigo vía telefónica. Así que el día acordado me
presenté allí media hora antes de comenzar, para preparar con tiempo el espacio
y el material.
Para mi sorpresa, en cuanto dije
quién era en portería, apareció inmediatamente el director manifestando gran
agrado por mi visita y llevándome a una visita rápida por el centro mientras me
explicaba las características del mismo y los problemas que a su juicio tenían,
así como las razones para convocarme para estos talleres.
Yo estaba sorprendido de su
atención por mi y la confianza que estaba teniendo para contarme más de lo
necesario para mi labor. Entonces cuando por fin llegamos al salón donde se iba
a desarrollar la actividad me dijo: “Te cuento todo esto porque he visto tu
perfil en las redes sociales, he visto tu formación y tu experiencia y creo que
tu visita puede aportarnos mucho a la marcha en general del centro. Por eso te
pongo al día de nuestros objetivos para que permanezcas con los ojos abiertos,
más allá de la impartición de tu taller y al final podamos tener una
conversación donde nos des feedback. Sería un desaprovechamiento no utilizar
todo lo que pasa por nuestro centro como retroalimentación para hacerlo cada
vez mejor. Todo el mundo tiene algo que aportar, pero es importante tener una
actitud receptiva. ¡Esperamos mucho de ti!
Como os podéis imaginar, si te
reciben así, te sientes más motivado y tratas de superarte deseando ofrecer un
valor añadido. Descubrí en aquellos 4 días que la actitud de aquel director no
era “postureo”, que realmente trataba así a todo el que pasaba por su colegio. A
eso le llamo yo INSPIRADOR. La actitud que genera en ti un impulso creador y un
estimulo de superación que provoca que des un paso adelante.
Al comparar estas dos
experiencias, concluyo que hay dos tipos de centros educativos: los que parecen
permanecer inertes en el tiempo y los que avanzan con la historia.
En los primeros, el colegio
parece concebirse como un edificio por el que pasan los alumnos durante una
serie de años para dar como resultado adultos con unos conocimientos que
esperamos les sirvan para valerse en la vida. Los segundos semejan más a un
organismo vivo que camina avanzando con sus alumnos en una dirección
determinada que está relacionada con el progreso, la felicidad y una sociedad
más justa.
Sin duda todo ello está
estrechamente relacionado con el tipo de liderazgo que se ejerza desde la
dirección. Si es un liderazgo inspirador, provocará que tanto los profesores
como los alumnos intenten ir un poco
más allá y no se queden quietos pasando por el sistema educativo como si
de una cadena de montaje se tratara.
Muchos sabéis que este año ha sido un año duro para mí, de muchos cambios y experiencias nuevas, especialmente en el ámbito de la educación de mis hijos. Pero, recordando aquello de que hay que esforzarse para poder ganar y disfrutar del esfuerzo, os puedo decir también que ha sido un "curso" más que gratificante, lleno de alegrías y recompensas. Y la más importante de todas las recompensas: la felicidad y realización de mis enanos.
ResponderEliminarCuando un niño va a su cole sin más, sin más pena que gloria (pero sin pena eh), sin disfrutar de sus habilidades porque no le han facilitado su descubrimiento y cuando piensa que el cole es muy cómodo porque está muy cerca de casa y no sucede allí nada "malo" (ni tampoco nada que le haga disfrutar intensamente)...
Ahora que sé lo que se puede llegar a cocer en otros colegios...voy y me encuentro este artículo de Colegios Inspiradores, firmado por Ignacio Andrío.
No digo más. Bueno sí, ¡¡¡gracias a los nuevos coles!!!!
http://comunicacionsensual.blogspot.com.es/
Muchas gracias por tu comentario. Sin duda no podemos transigir con la mediocridad. Que algo no sea malo no es suficiente en la educación de nuestros hijos. Debemos aspirar a más, debemos exigir más.
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