Con el comienzo del curso, la
actualidad bloguera y los comentarios en las redes acerca del mundo educativo, se
están centrando en la nueva ley de educación del ministro Wert conocida como
LOMCE. Por lo que leo hasta el
momento, parece haber más detractores que defensores. Nada extraño para una ley
que sale adelante con el único apoyo del partido con mayoría parlamentaria y
que ya ha sido amenazada de muerte por cualquier previsible cambio de gobierno.
Mi reflexión sobre la LOMCE se
aleja de cualquier planteamiento político y se va a centrar en una cuestión
práctica referida a lo pedagógico.
Mi percepción sobre el tema, es que a primera vista esta nueva ley
parece caminar en dirección contraria a lo que se está intentando implementar
como innovación educativa en aquellos centros que están apostando por una
actualización de las metodologías a los alumnos del siglo XXI para no quedarse
estancados en siglo XX.
Mientras el discurso innovador
defiende como paradigma el modelo de inteligencias múltiples, reconociendo que
cada alumno puede ser inteligente de formas diferentes y busca así potenciar
las capacidades de cada cual para que alcance el máximo de su rendimiento, la
LOMCE parece volver a las asignaturas de la EGB privilegiando de nuevo las
matemáticas y la lengua, al darle más horas semanales obligatorias y
desatendiendo lo que tiene que ver con el arte y la música.
Se diría que la mirada sobre el
alumno en esta ley, sigue anclada en un modelo pasado, donde el éxito se basa
en tener buenos resultados académicos en las asignaturas que permitan después
acceder a las “carreras de toda la vida”: medicina, ingeniería, derecho y
empresariales. De este modo se ignoran los cambios que ha experimentado la
sociedad en los últimos años y la dirección que estos cambios están tomando.
Cada vez se escucha más en el mundo educativo la idea de que no sabemos las
profesiones para las que estamos educando a nuestros alumnos, porque todavía no
existen. Seguir considerando que las profesiones de toda la vida permitirán a los
jóvenes encontrar trabajo es ignorar la realidad actual del paro en España.
No obstante, esto no debería
desanimarnos. Las leyes están hechas para marcar los límites, es decir, para
decirnos lo que hay que hacer obligatoriamente y lo que no se puede hacer en
ningún caso. Pero entre esas dos líneas hay un espectro de posibilidades
enormes que en manos de la creatividad pueden dar resultados maravillosos.
Por ejemplo algunos colegios
trabajan en PBL simultáneamente con todos los alumnos de un curso, pero no por
ello dejan de respetar la ratio aluno/profesor, ya que mantienen 3 profesores
en el aula (o incluso más) ya que al ser el proyecto interdisciplinar permite
que todos puedan participar activamente.
Por tanto, que la visión
institucional no tenga en cuenta los horizontes en pos de los cuales camina el
nuevo paradigma educativo, no debe ser óbice para mantenerse ilusionado en el
intento de ofrecer a nuestros alumnos la mejor educación y de la mejor manera
posible.
Si creemos que la inteligencia musical,
la corporal, la naturalista y sobre todo la emocional, tienen que recibir tanto
prestigio como lo lingüístico o lo lógico-matemático, seguro que encontramos un
modo creativo de dárselo entre los mínimos y los máximos de cualquier ley.
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